lunes, 25 de junio de 2012

De la cama a la cuna

De nuestra cama a la cuna hay tan sólo un espacio de un metro, pero cuando me di cuenta que la princesa ya tendría que dejar su moisés en que había dormido plácidamente desde que llegó a la casa porque le estaba quedando chico, me parecía que estaba a punto de abandonarla en medio de la nada para que durmiera a su suerte; a la hora de acostarnos por la noche le daba pecho como siempre y esperaba a que se durmiera en mis brazos y así me quedaba por un momento hasta que mi esposo me decía ya, pon a la nena en la cuna y descansa un poco en lo que se despierta otra vez, la acostaba y me acostaba a dormir y no les miento cuando les digo que cada tres horas me despertaba como relojito a ver si se había movido, si estaba bien acomodada, si respiraba (ya saben cosas de mamá primeriza) al primer llanto yo ya estaba parada junto a la cuna para cargar a la nena y darle de comer para que siguiera durmiendo, hubo días en que se despertaba tres veces, otros en los que dormía toda la noche hasta el amanecer, pero siempre, siempre, termina durmiendo en la cama con papá y con mamá, él en una mitad de la cama, ella en la otra y yo en diez centímetros de colchón y feliz porque tengo a mis dos amores conmigo.
Seguramente algún día dormirá sola en su cama, pero mientras pueda darle la seguridad de despertar acompañada por sus papás, la comodidad para dormir como ella quiera y la disponibilidad de su teta nocturna, ¿por que no?

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