martes, 19 de junio de 2012

Nuestro primer mes

Al salir del hospital con mi princesa en brazos juro que lo único que tenía en mi mente era amamantarla y llegar a casa a dormir y lo primero que hice fue darle de comer, la coloque en posición en mis brazos, me saque el seno y en seguida comenzó a succionar el calostro, lo primero que debió comer y que por cuestiones logísticas no sucedió ya que no la pude tener conmigo durante la estancia en el hospital. Ya me habían dicho que dolía y que te puede dar calentura o dolerte los senos y también me habían hablado de los pezones cuarteados, pero de lo que pocos hablan es de la maravillosa experiencia de alimentar a otro ser humano, el darte cuenta que de la única persona que depende esa cosita linda es de ti para poder vivir.
Durante los primeros días recibimos visitas de la familia más cercana únicamente, porque aunque es verdad que te ayudan con ciertos quehaceres lo que una quiere es descansar y dormir al mismo tiempo que el bebé; el primer baño es algo que siempre se recuerda porque da pavor que vaya a suceder algo malo, por suerte mi madre estuvo allí para decirme que hacer y cambiar pañales que pareciera que es lo más sencillo resultaba una sorpresa cada vez que lo hacía, había ocasiones en que sacando el pañal del trasero ya se estaba orinando y en otras me ganaba con la caquita, lo bueno es que siempre me toco tener el cambiador plástico o bien una cobijita que salvara el colchón de la cama y como olvidar el cuidado del ombligo para que se secara rápido, de lo más sencillo, buena higiene, un poco de alcohol al terminar el baño y dos semanas después lo tiré junto con un pañal al bote de basura (luego me enteré que debí haberlo guardado según las costumbres familiares ja¡)
Lo más pesado de ése primer mes fueron las salidas al hospital para que le hicieran el tamiz metabólico ampliado (una bendición que a veces resulta pesadilla, ya luego les contaré) el tamiz auditivo, las vacunas y la visita al pediatra porque a la princesa le dio ictericia misma que se le quito a las tres semanas con sus respectivos baños de sol.
En cuanto a mi, la cuarentena me duró quince días, no tuve ningún retortijón y la producción de leche a todo lo que daba, la episiotomía sólo me molestó mientras se absorbían los puntos y aprendí a dormir por intervalos de dos horas durante la noche con una lamparita en el buró.

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